lunes, 8 de diciembre de 2014

#Escena 28 Toma 01: Exodus: Dioses y Reyes

Mencionando el comentario previo, la épica solo puede ser definida por Ridley Scott, y con "Exodus" lo ha vuelto a demostrar. "Gladiator" fue su comienzo por la puerta grande y con "El Reino de los Cielos" no se quedó atrás, pero para quien nos ha enseñado tanto en el cine esto no podía ser suficiente. Y la Biblia es una hermosa ambición.
"Exodus: Dioses y Reyes" nos transporta al relato bíblico y épico de Moisés, un hombre criado en la realeza egipcia que descubrió su verdadero origen, uno que hizo desafiar al hermano con el que había criado y faraón Ramsés para que liberara a todos los esclavos de Egipto, su pueblo. Una tarea que Dios le encomendó y que se convirtió en una odisea de plagas, muerte y destrucción.
Charlton Heston dejó el listón muy alto en "Los 10 mandamientos" pero Christian Bale ha sabido coger el testigo con gran maestría. El actor galés nos muestra un hombre torturado, contradictorio y que desafía una misión no sólo para liberar al pueblo hebreo, sino también a su alma. Sus cargadas discusiones con Dios (representado como un niño)crean fuertes dudas al personaje. Pero no le ha caído a él todo el peso porque el resto del casting, no exento de polémica, ha sido bastante destacable, aunque algunos más que otros. Joel Edgerton se mete en la piel de Ramsés, de forma indomable y cruel, que roza en ocasiones la actitud macarra y despreocupada de sentido común, perfecta actuación para un faráon. Hay secundarios que marcan al espectador (y a una servidora) como es el caso de Ben Kinsgley como Nun, un anciano con mucho que contar y que no pasa desapercibido y de la española Maria Valverde, debutando a escala hollywodiense, y que da vida a Séfora, esposa de Moisés, cuya mirada cautiva y acoge a un Moisés humanizado. No encajan o pasan desapercibidas actuaciones como la de Aaron Paul como Josué o Sigourney Weaver como la reina Tuya. John Turturro como Seti casi consigue llegar y alcanzar la sensatez de un faraón.
Pero algo inmejorable que ha conseguido Ridley Scott es el esplendor visual desplegado en todos los aspectos (a veces algo apabullante). Desde los numerosos ejércitos hasta los paisajes que parecen de otro mundo pasando por la dedicación en el vestuario. Mención ejemplar la recreación de cada una de las plagas tremendamente realistas y en especial la separación del Mar Rojo.
Y para finalizar como no citar a la parte española, no sólo la parte interpretativa sino las localizaciones, Lanzarote y Almería en concreto; y por la banda sonora, un Alberto Iglesias que hace que se te erice la piel con cada acorde que escuchas.
En definitiva, Scott expone su versión de la fe, pero no la trastoca ni la reafirma.