
Este increíble y ambicioso proyecto lleva en la cabeza de Christopher Nolan, según sus propias palabras, desde sus años de estudiante; y finalmente ha podido darle rienda suelta a esa ambición. Autor también de su guión, ha arriesgado en la estructura narrativa mostrándonos no sólo tres diferentes puntos de vista (tierra, mar y aire) sino también en diferentes marcos temporales (una semana, una día y una hora). Y como ya ejercitara un "Origen" o "Interestellar", en su conjunto se convierte en un perfecto engranaje en el que se es participe de cada segundo y en cada rincón. Pero esto es más que una película de guerra, o de heroísmo o de supervivencia. Es la realidad, en el sentido más crudo de la palabra. Las emociones que transmiten son la tensión, la agonía y el miedo que sentían todos aquellos soldados, completamente helado y empapados que aguardaban expectantes un rescate desde el otro lado del horizonte. Y tampoco es una película en la que un actor destaque por encima de otro, porque teniendo a Tom Hardy (curiosidad que Nolan solo vuelva a dejar a la vista sus ojos), Cillian Murphy, Mark Rylance o Kenneth Branagh, no ves a actores, sino a protagonistas reales y no quién les pone cara.
Las cifras que se han manejado son otro punto más si cabe a su favor: aviones y embarcaciones reales, tanto para formación de los actores como para ponerlos frente a la cámara, 1.500 extras y un nombre en clave, "Bodega Bay", para mantener todo en una ingeniosa operación secreta. La crítica la ha descrito como una película casi muda y dicho en el mejor sentido ya que lo que precisamente se quiere transmitir no se puede expresar mediante el diálogo, sino con los detalles, el ambiente y las acciones transcurridas en la hora y media (que no lo parece en absoluto) que dura esta genialidad. Su resultado una experiencia sensorial y visualmente impecable, en la que sencillez de la arena de la playa y del agua del mar se elevan como si fueran dos personajes más.
Las cifras que se han manejado son otro punto más si cabe a su favor: aviones y embarcaciones reales, tanto para formación de los actores como para ponerlos frente a la cámara, 1.500 extras y un nombre en clave, "Bodega Bay", para mantener todo en una ingeniosa operación secreta. La crítica la ha descrito como una película casi muda y dicho en el mejor sentido ya que lo que precisamente se quiere transmitir no se puede expresar mediante el diálogo, sino con los detalles, el ambiente y las acciones transcurridas en la hora y media (que no lo parece en absoluto) que dura esta genialidad. Su resultado una experiencia sensorial y visualmente impecable, en la que sencillez de la arena de la playa y del agua del mar se elevan como si fueran dos personajes más.
La ha dirigido, la ha escrito y la ha producido al son de su inseparable acompañante musical Hans Zimmer, y por ello le damos las gracias, por enseñarnos magistralmente un gran capítulo de la historia, y sobre todo, enseñarnos humanidad.