En esta segunda entrega de El Hobbit que se situaría más o menos en la parte central del libro, Gandalf, Bilbo y la compañía de los trece enanos encabezados por Thorin continúan su camino, adentrándose en el Bosque Negro de los Elfos, cruzando la Ciudad del Lago hacia la Montaña Solitaria, donde habrán de enfrentarse al terrible dragón Smaug que custodia el tesoro de Erebor.
Jackson ha vuelto con grandes mejoras muy notables, y digo esto, porque la historia ya tiene mucho más de aventura, deleitándonos con una misión tras otra secundada por impresionantes escenas de acción y con más profundidad en los personajes siendo todo a la vez misterioso y extraño al mismo tiempo. Bilbo (Martin Freeman) ya no es el mismo hobbit que dejó la comarca y la carga del anillo ya empieza a hacer mella en el, algo que no impide que lo siga utilizando como la poderosa herramienta que es, por otro lado no podemos disfrutar largo y tendido de la presencia de Gandalf (Ian McKellen) porque siendo fiel al libro él se va y no interfiere mucho en el camino de los enanos. Y saliendo a la luz, Thorin (Richard Armitage) tiene más protagonismo y a la vez muestra la verdadera cara que puede surgir de la avaricia mezclada con la venganza de su pueblo hundido; aunque no es el único enano que sale más en pantalla con una historia un tanto curiosa añadida con otro personaje que no se espera. Como nuevas incorporaciones tenemos a los elfos, vuelve uno de los personajes más queridos, Legolas (Orlando Bloom) acompañado de su padre, el rey Thranduil (Lee Pace) que realiza una interpretación muy firme y alabada, y de una compañera guerrera y luchadora Tauriel (Evangeline Lilly), una nueva presencia que Peter Jackson se ha sacado de la manga porque había una ausencia bastante notable de personajes femeninos. Por parte de la Ciudad del Lago introducen a Bardo (Luke Evans) un hombre que tiene mucha historia que contar que la simplemente muestra. Y como apoteósica aparación el esperado Smaug el terrible, un trabajo asombroso que ha realizado el equipo de Weta Digital y que se soporta bajo la grandiosa interpretación de Benedict Cumberbatch, poniendo sobre la mesa una de las mejores escenas de la película.
El 3D es un sinfín de momentos de acción, tensión y emoción que traspasa la pantalla llegando incluso más si cabe al espectador. En mi opinión hay un top 3 en escenas en esta película: la escena de arañas que roza el asombro y el asco a apartes iguales, la escena de los barriles es increíble a la vez que trepidante, y por supuesto el descubrimiento de Smaug. La banda sonora sigue estando a nivel superior. Por poner una pega diría que Jackson se ha adueñado de estas tierras y que está algo alejada de la visión de Tolkien, asumiendo el riesgo de añadir aspectos de su propia cosecha, algo que puede hacer perder esencia. En definitiva, un secuela más viva y más imponente que se predecesora pero cubriendo por completo la necesidad de entretenimiento y pasión que requiere una obra de su categoría.
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