
James Mangold, aquel que se hizo cargo de la anterior película de Lobezno, da el punto y final a una dilatada carrera de la que Hugh Jackman (nunca una elección de casting fue más acertada)se ha hecho valer de manera excepcional brindándonos un personaje tan crudo y tan real. Esta película no sólo se sale completamente de las normas que parece que se han extendido en el género de los superhéroes, sino que nos deleita con algo mucho más importante, ver cómo poco a poco Jackman se va desgarrando el pecho para mostrarnos que dentro de Lobezno no hay sólo metal, sino un corazón que todavía late buscando desesperadamente redención. Desde el primer momento que le vimos en pantalla sabíamos que no era alguien amable, reconfortante o cariñoso, pero si leal, noble e increíblemente violento y agresivo en cuanto a justicia propia se refiere. Y eso no ha cambiado, es más, se ha ido incrementando, desarrollando toda esa sanguinaria emoción hasta mostrarnos a su propio llanero solitario.
Patrick Stewart secunda y respalda, a su personaje, recreando una senilidad a veces sonoramente sarcástica, pero emocionalmente tierna al mismo tiempo. Y no sólo con la nieta sino también con el hijo. Su físico al igual que sus facultades psiquicas se han ido debilitando poco, pero no su sabiduría. Y por último Dafne Keen, una Laura, una nueva mutante, radical, sangrienta y furiosa pero que al igual que las características de su progenitor, no está exenta de aprender que no solo adamantium corre por sus venas. Señalar que esta cría, si continúa así, puede mostrarnos mucho más a nivel interpretativo.
Y como en el film con Johhny Cash o como en el trailer, con Leornard Cohen, y al igual que tantos sobresalientes personajes perdidos del cine, James Howlett, Logan, Wolverine se apaga tristemente de nuestras pantallas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario